martes, 9 de noviembre de 2010

LIDERAZGO

La diferencia esencial entre un gran líder y un amo 
peligroso es el vital ingrediente 
del carácter moral” 
C. Levicki
En la historia de la humanidad se han presentado muchos debates intelectuales acerca de innumerables temas; pero tal vez uno de los más antiguos y que siempre ha despertado un interés apasionante se debe a la “naturaleza” o “fenómeno” en la influencia predominante en la conducta, la inteligencia y los niveles de logro de las personas, los cuales se estimulan y reafirman por medio de  la influencia de un liderazgo. Sin lugar a dudas, tal vez nunca se llegue a una conclusión científica y definitiva en referencia a este dificultoso tema. A pesar de esta realidad se ofrecen en esta oportunidad algunas ideas propias acerca de este arte.  Por varias décadas se ha tenido la oportunidad de observar, desarrollar y por supuesto trabajar conjuntamente con infinidades de  personas que por mucho tiempo han fungido como tales y, se ha llegado a la conclusión que casi todos los líderes exitosos nacieron con una “carga genotípica especial” que se va reafirmando a medida que evolucionan desde la niñez, en donde existieron factores de hogar y del entorno en general que influyeron en forma determinante para que  dichas personas sean como adultos, líderes triunfadores.
Muchos especialistas definen el éxito en términos de representar una importancia fundamental en cualquier tipo de escenario en donde durante el tiempo que se esté ocupando una posición de lideranza se logren los resultados establecidos. Este hecho fácilmente se puede medir  por medio de los indicadores de gestión, tales como: garantizar que los clientes estén satisfechos con la  creencia de que han alcanzado el mayor valor posible por su inversión en productos, bienes y servicios; posibilidades de desarrollo para sus más cercanos colaboradores; así como también aspectos económicos, incremento en las ocasiones de trabajo remunerado y satisfactorio para la fuerza de trabajo.  Pero además se requieren las fases filosóficas de exigencia vitales de la moralidad tanto en la vida personal, como pública. Con el convencimiento que sin el carácter moral, un líder carece de valor y se torna peligroso.  De acuerdo a los teólogos, el carácter moral protege a las personas del demonio que se encuentra en su interior y a su entorno de los efectos de una carencia vacía de lineamientos morales.
F. Mozzati del Club de la Efectividad en referencia a lo que debe ser un líder triunfador afirma lo siguiente: “Ser un líder significa reconocer la pasión, la autenticidad, la integridad y la ética, como las piedras fundacionales del liderazgo efectivo, sobre el cual construiremos el cambio. Estas son sin lugar a dudas elecciones personales, y no lo que podamos aprender estudiando acerca de líderes y liderazgo. Ser un líder significa, por sobre todo, conocer en profundidad quienes somos… ”
De acuerdo con el Dr. M. Barroso los valores son creencias, principios intrínsecos que proporcionan un encuadre ético a la organización y al negocio. Agregando que los valores comunican un sentido de respeto al orden establecido, refleja que lo que se hace, se hace por razones superiores a los meramente comerciales o mercantilistas. Ejemplos: la lealtad con el cliente, la honestidad en la transacción, el comportamiento con lo pautado y el respeto al otro. ¡Es decir se debe actuar con un alto grado de moralidad!
Desde el punto de vista de liderazgo se puede actuar reclamando valores, pero a la hora de decidir, si son sostenidos o mantenidos en vigencia, no se reconoce ninguna razón que merezca la pena el sacrificio personal y son abandonados lisa y llanamente o  simplemente son camuflados. Es posible que esto suceda debido a que los valores son incorporados por repetición automática, adheridos por la fuerza de los usos y de las costumbres, pero a la hora de la verdad no significan nada. Son palabras vacías de contenido, que no se pueden a veces ni siquiera definir. Estos son los componentes del modelo mental y actitudinal de los líderes mediocres como “amos peligrosos”. Muchos de estos ejemplares llegan a la administración pública o a ocupar un cargo en una empresa con cabeza llena de valores y de ilusiones y al comenzar a caminar dentro de esos escenarios los van dejando caer  “casi sin darse cuenta” o con “remordimiento tal vez…” Lo malo de esta realidad –muy predominante en Venezuela en el último lustro– es que ha creado un círculo vicioso, que inunda todo arrasando con las convicciones y buenos propósitos.  Una cosa es tener principios y valores y estar dispuesto a asumir las consecuencias por no traicionarlos y otra es eliminar a como de lugar al que no piensa de esa forma. A través de la historia de la humanidad se han tenido  muchos casos que reflejan este ambiente inmoral –el Imperio Romano, entre otros– y se ha probado que no es el mejor camino para construir nada. Pareciera ser que estas son las características en las naciones latinoamericanas. Por ejemplo, en consonancia con esta realidad  y asociándola a la situación que ha venido demostrando Argentina en los últimos tiempos, la Prof. A. Benítez de la Universidad Católica de ese país, ha expresado lo siguiente: “Tengo una convicción profunda que si no sostenemos valores básicos con la fuerza y determinación de un principio, nos convertiremos tarde o temprano en una nación y un país inviables”. (Cualquier parecido con la realidad actual venezolana es pura coincidencia).
Existen tres principios básicos en el liderazgo basado en valores: 1º) Actuar con claridad. La administración por valores no es simplemente un programa más, como cualquier otro es: ¡un estilo de vivir con una alta moral!, 2º) comunicar eficientemente. El secreto para que funcione la administración por valores es: ¡hacer aquello en que todos creemos, y creer en lo que hacemos! y 3º) alinear las prácticas. Cuando se alinean alrededor de valores compartidos y se unen en una misión común, personas comunes y corrientes logran resultados extraordinarios y le dan un margen competitivo  a todos los escenarios en donde actúa este tipo de líder.

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